domingo, 13 de marzo de 2011

Nuevos Hallazgos fósiles, Galletas de mar, Mexico


Continúan los hallazgos paleontológicos en el municipio de Ramos Arizpe, ya que ahora los pobladores de un ejido dieron cuenta al INAH de miles de "galletas marinas" que están siendo estudiadas por especialistas de esta institución.

Felisa Aguilar, paleontóloga del INAH, informó que se trata de formaciones del cretácico superior. "Lo que encontramos es parte de la formación de lo que se conoce como Cerro del Pueblo, que se ubica en General Cepeda, pero en Ramos Arizpe también hay porciones de esto con la diferencia de que los sedimentos encontrados son marinos."

Abundó que la fauna marina que existió hace 150 millones de años en territorio coahuilense yace fosilizada en grandes cantidades, se trata de moluscos como ostras, almejas y equinodermos, como las galletas de mar en Ramos Arizpe, que miden dos centímetros.

"Las que estamos encontrando son muy chiquitas, pero vemos perfectamente la estrellita, hemos detectado una loma completa con estas fosilizaciones."

Indicó que los mismos ejidatarios ya habían reportado sitios del pleistoceno, ya se había encontrado otro tipo de fósiles en ese lugar. "Ellos nos informaron que había una loma de rocas con flores y dijeron que la flor se veía muy bien."

Aguilar comentó que al momento de hacer la inspección registraron el sitio ante el INAH y por ahora se dedican a hacer análisis sobre la especie a la que pertenecen estas "galletas" de mar.

Dijo que por el momento no se sabe de un hallazgo similar en Coahuila, mientras que en Puebla, Chihuahua, Sonora y Oaxaca se descubrieron hace unos años equinodermos fósiles a los que se denomina comúnmente galletas de mar.

Los ejemplares hasta ahorita sólo se han identificado a nivel de género, el cual es Hardouinia (clasificación taxonómica: Phylum Echinodermata, Orden Cassiduloida, Familia Faujasiidae), el cual habitó en los mares del Cretácico, principalmente en el rango comprendido del Turoniano al Maastrichtiano (93.5 a 65.5 millones de años).

http://paleontologianoticiosa.blogspot.com/2010/04/nuevos-hallazgos-fosiles-galletas-de.html

Karina Rubio
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Los nuevos hallazgos de cocodrilos prehistóricos



Todos tienen en su mente la típica imagen de un cocodrilo oculto en un río, con sus ojos y nariz asomándose sobre el agua y una piel gruesa protegida por placas dérmicas, además de un hocico alargado con dientes cónicos. Pero los nuevos descubrimientos realizados por los paleontólogos en Brasil, Bolivia y Argentina revelarían que los cocodrilos prehistóricos habrían sido más variados en sus apariencias y ambientes. Los cuatro nuevos cocodrilos corresponden a las especies Yacarerani boliviensis, Adamantinasuchus navae, Armadillosuchus arrudai y Dakosaurus andinienses.

El Yacarerani

El Yacarerani fue descubierto por el paleontólogo argentino Fernando Novas en plena selva de Bolivia, en el Parque Nacional Amboró, a 50 km de Santa Cruz de la Sierra. Este nuevo ejemplar, que vivió hace 80 millones de años, fue bautizado como Yacarerani boliviensis, que en lengua guaraní significa primer yacaré boliviano, aunque la apariencia de este cocodrilo estaba lejos de parecerse al yacaré de nuestros días.

La peculiaridad de este animal no corresponde al lugar donde fue desenterrado... ni a su tamaño, que seguramente no sobrepasaría los 80 cm de longitud, sino a su estructura craneal que era ancha con los ojos en posición lateral, la fosas nasales apuntando hacia el frente y sus dentición única: poseía incisivos que sobresalían de su hocico, y otro grupo de dientes laterales en el resto de su mandíbula parecidos a muelas. Esto implicaría una posible alimentación omnívora, al contrario que los cocodrilos modernos. Sin embargo, esto último queda sólo en el marco de lo especulativo.

El Adamantinasuchus

El Adamantinasuchus navae, como fue nombrado científicamente, es un ejemplar perteneciente a la misma familia del Yacarerani, por ello posee una apariencia muy similar a la de este último. Su descubridor fue el paleontólogo William Navae, quien lo halló en rocas de formación adamantina (de ahí su nombre) durante la construcción de una represa en Marília, a 432 Km de la capital del estado de Sao Paulo, Brasil.

El estudio de los restos fósiles fue encargado a los profesores del Departamento de Geología de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Pedro Enrique Nobre e Ismar De Souza Carvalho. Los estudios realizados muestran que este pequeño cocodrilo poseería una estructura craneal muy similar al Yacarerani, con ojos enormes dispuestos a los lados y muelas como las de los mamíferos, por lo que se asume que habría consumido peces, pequeños vertebrados, insectos, plantas y semillas. De hábitos terrestres, este notosuquio de 50 cm habría vivido en lugares cálidos, caracterizados por tener sequías prolongadas, lo que implicaría su extinción con la abertura del océano Atlántico y la humidificación del clima en su hábitat.

El Armadillosuchus

Los mismos profesores del Departamento de Geología de la Universidad Federal de Río de Janeiro, De Souza y Enrique, dieron a conocer uno de los descubrimientos más recientes en la paleontología en el mundo, mediante un artículo publicado en la revista científica Journal of South American Earth Science.

Se trata de un cocodrilo extinto hace más de 90 millones de años, cuyo aspecto le valió el nombre de Armadillosuchus arrudai, pues posee un caparazón en su espalda y cuello que recuerda mucho a un moderno armadillo. Sin embargo, este ejemplar de 2 metros, que habría alcanzado los 120 kg de peso en vida, habría sido único no sólo por su caparazón sino también por tener un cráneo largo acompañado de pequeños dientes especializados.

Descubierto en la región de Baurú, en el interior del estado de Sao Paulo, para De Souza: “el Armadillosuchus mezcla elementos totalmente anómalos para los cocodrilos actuales, lo cual hace difícil incluso aplicar el principio de uniformidad de la geología, que utiliza el presente como llave del pasado.”

El Dakosaurus

Luego de ser motivada por el hallazgo de fragmentos fósiles de lo que parecía ser un cocodrilo marino, una expedición encabezada por la paleontóloga Zulma Gasparini en 1996 dio a conocer un cráneo de lo que más tarde sería el cocodrilo marino más extraño de todos lo conocidos hasta el momento. Esta criatura extinta hace más de 135 millones de años fue el Dakosaurus andinienses.

Descubierto en lo que habría sido durante el Cretácico temprano una bahía tropical y ahora Pampa Tril, en el noroeste de la provincia de Neuquén, Argentina, el Dakosaurus fue poco común para su tipo, puesto que los cocodrilos marinos se caracterizaban por tener hocicos largos y angostos especializados para la pesca, al contrario de este nuevo ejemplar de casi 4 metros de longitud, cuyo cráneo era más ancho y corto, y provisto de trece dientes aserrados de hasta 10 cm, perfectos para la caza de grandes presas.
 
Variados

Todo lo expuesto anteriormente, confirma una vez más la variedad de cocodrilos que hubo en el pasado prehistórico: desde pequeños como el Yacarerani, pasando por armados como el Armadillosuchus y monstruosos como el Dakosaurus.

http://www.suite101.net/content/los-nuevos-hallazgos-de-cocodrilos-prehistoricos-a10699

Karina Rubio
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Importante hallazgo paleontológico

La paleontología es una ciencia poco conocida a nivel popular. Por lo general los asociados al estudio de gigantescos esqueletos de animales desaparecidos hace millones de años, y que hoy los científicos exponen en los museos de Historia Natural. Muchos de nosotros habremos visto en visitas a Museos como el de La Plata o el de Parque Centenario, en Capital Federal, estos majestuosos esqueletos armados y exhibidos en amplias salas, como así también otros especimenes reconstruidos a sus formas primitivas, y que no son extraños a la fauna actual. Algunos comparables en sus formas, como el Equus pampeaus y el Caballo actual, o el elefante y el mastodonte. Todo encierra una interesante historia, digna de nuestros museos y los cultores de esta ciencia.

Al fin de precisar algo más sobre esta apasionante ciencia y las curiosidades que ella guarda en sus entrañas, diremos que la paleontología se ocupa de reconstruir la historia de la vida sobre la tierra, sobre la base de restos fósiles de huesos, esqueletos, trazas, etc. que se hallan en el subsuelo terrestre, a la espera de ser sacadas a la luz en algún descubrimiento paleontológico.

Los fósiles son los documentos con los cuales el paleontólogo estudia y reconstruye el pasado, y que se hallan sepultados en ese archivo natural que es la corteza terrestre. Los mismos pueden ser de origen animal o vegetal. De estos últimos conocemos los bosques petrificados y organismos botánicos, como polen esporas, etc.; prueba de antiquísima flora.

La paleontología está, pues, relacionada con la biología y la geología; pues de ellas estudia el científico las características fisiológicas y morfológicas de los organismos que vivieron en el pasado, como así las relaciones con el medio ambiente en que habitaron y las leyes de evolución que rigieron su existencia, desarrollo y extinción.

Esta ciencia, como tal, tuvo su origen en el siglo XIX, pues se considera al zoólogo francés Georges Cuvier como el padre de la paleontología moderna, mientras que otro sabio no menos conocido, el naturalistas Charles Darwin, revolucionó al mundo en 1859 con su teoría de la evolución. En nuestro país tuvimos una eminente figura que descolló internacionalmente en este campo, y que fue el recordado sabio Florentino Ameghino, de quien el pasado 6 de agosto se cumplieron 70 años de su fallecimiento.

La obra de Ameghino fue monumental, tanto en su amplitud -179 trabajos escritos- como en su aporte al conocimiento de las faunas de mamíferos fósiles de las eras Terciaria y Cuaternaria en la Argentina.

La ciudad de Necochea tuvo el honor de recibir a este sabio argentino, en una visita que esté hizo en abril de 1909, efectuando en esa oportunidad un importante descubrimiento para la ciencia Argentina. Dicho hallazgo fue realizado en las inmediaciones del balneario, donde actualmente confluyen las calles 79 y 4 de la Villa Díaz Vélez; y consistió en el descubrimiento de un cráneo humano fósil, que Ameghino llevó a Buenos Aires para estudiar y completar su teoría sobre el hombre. Hoy día puede apreciarse dicho cráneo en las vitrinas del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", como fiel testimonio de la historia, justamente con escritos sobre el particular, que ilustran sobre la presencia del sabio Ameghino en Necochea.

En ese entonces residía en esta ciudad un médico y naturalista, amigo y compañero de innumerables búsquedas de fósiles del sabio Ameghino, el Dr. Rodolfo Faggioli. A su directa intervención y amistad que unía a ambos, se debió la visita del genial paleontólogo argentino que hiciera a esta ciudad con el objeto de dar con el paradero de interesantes elementos fósiles que descubrió en aquel momento; como asimismo a fin de examinar la rica y valiosa colección que el Dr. Faggioli poseía en su domicilio, producto de sus intensas búsquedas en nuestro litoral atlántico y en el río Quequén Grande.

Como testimonios de gratitud y a fin de perdurar en el recuerdo, de estos dos grandes cultores de la paleontología, la ciudad de Necochea a través de sus instituciones, pueblo y Municipalidad- impuso en su momento el nombre de Florentino Ameghino a la calle- pasaje 81 bis, y el Dr. Rodolfo Faggioli, a la actual calle 8, ambas de la zona balnearia.

De la colecciones que reuniera el Dr. Faggioli, a su fallecimiento, muchas fueron vendidas, mientras que otras lograron conservarse en la ciudad, nuevamente gracias a la intervención de sus habitantes, sus instituciones y su Comuna. Hoy se hallan en dependencias del Museo de Ciencias Naturales de Necochea, Institución nacida en un grupo de jóvenes estudiantes que decidieron proseguir aquella obra dejada por sus mayores, de desentrañar las incógnitas de nuestro pasado prehistórico. En este año en que la ciudad de Necochea cumple su primer centenario, en oportunidad para que nuevamente sus pobladores perpetúen la continuidad de una interesante actividad científica en pro del desarrollo cultural de una gran Nación.


http://www.telpin.com.ar/InternetEducativa/Proyectos/2006/HISTORIASPAGO/hallazgos.htm

Karina Rubio
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Paleonteologia en Argentina
 
 Los fósiles son testimonios del pasado. Denotan la existencia de organismos en otras épocas geológicas y están presentes en distintos niveles de las capas terrestres.

El proceso de fosilización, que ocurre a lo largo de varios millones de años, consiste básicamente en el reemplazo de los componentes de los restos de un organismo por minerales. De esta manera, los fósiles tienen la misma forma que el organismo o hueso original pero ya no están hechos del mismo material que antes. Son más pesados y cambian de color y de textura. La mayoría de los fósiles son muy parecidos a las rocas, pero hay algunos más exóticos, como los ópalos o el ámbar.

A veces, los fósiles no son restos sino evidencias de la actividad de los seres vivos, como madrigueras, pisadas, rastros o perforaciones.

Algunos hallazgos fósiles han ocurrido por casualidad. Pero, dado que la mayoría de los fósiles generalmente se encuentran enterrados, puede resultar difícil decidir dónde excavar.

En Argentina se han encontrado gran cantidad de fósiles. Esta tierra, que se encuentra entre los mayores centros paleontológicos del mundo, parece ser un verdadero parque del cretáceo, no sólo de animales terrestres, sino también de especies marinas que, según se estima, dominaron las aguas de la región hace 80 millones de años.

De acuerdo a Carolini, descubridor del Gigantosaurius Carolinii en 1993, hace millones de años una lengua del océano ingresó al centro de Río Negro, produciendo la llegada de dinosaurios marinos a esta zona, que se convirtió en un extraordinario cementerio de especies. Todo esto se vio favorecido por el clima muy cálido y húmedo de ese entonces.

Sin embargo, este gran tesoro paleontológico era desconocido hasta hace un par de décadas dado que el país no contaba con suficientes recursos humanos para la exploración.

Hoy en día, la ley Nacional Nº 9080 establece que los fósiles son parte de nuestra riqueza y Patrimonio Natural de la Humanidad.


http://www.welcomeargentina.com/paleontologia/fosil.html

Karina Rubio
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Las mandíbulas que dominaron Europa

 
La hiena gigante de Orce llevaba en la boca uno de los mejores inventos de la evolución y sabía cómo usarlo. Las mandíbulas de este animal, del tamaño de una leona actual, eran las más potentes que ha tenido nunca un mamífero carnívoro, según indica un nuevo estudio basado en fósiles desenterrados en Granada. Con ellas era capaz de robarle la presa a un tigre dientes de sable y matar de hambre a los homínidos, con los que competía por carroña y, sobre todo, por el nutritivo tuétano del interior de los huesos.

Aquellas mandíbulas "tenían diez veces más fuerza que las de las hienas actuales y podían reventar los huesos de un elefante de 10 toneladas", explica Paul Palmqvist, catedrático de paleontología de la Universidad de Málaga y coautor de un nuevo estudio sobre este carnívoro sin par al que los expertos conocen como Pachycrocuta brevirostris.

Los nuevos datos provienen de Venta Micena, parte de los yacimientos granadinos de Orce. La zona es una mina de fósiles única en Europa donde se han desenterrado cráneos, mandíbulas y otros huesos de hasta 14 hienas gigantes. Aunque se trata de una de las colecciones más ricas de Europa, son sólo migajas comparado con los 17.000 fósiles de grandes mamíferos que han salido de los barrancos de Orce. Muchos de estos huesos son testimonio de los festines de la reina de la carroña.

"Lo que encontramos son los basureros que dejaron en sus antiguos comederos", explica Bienvenido Martínez-Navarro, investigador del Instituto de Paleontología IPHES y coautor del nuevo estudio, publicado en la versión digital de Quaternary International.

Aquellos osarios de hace 1,5 millones de años han servido para reconstruir al detalle la anatomía de la hiena gigante y llegar a la conclusión de que estos animales eran exclusivamente carroñeros y estaban construidos físicamente para ello, algo que aún no convence a todos los expertos.

La hiena gigante habitó una Granada muy diferente a la actual. Los barrancos pelados de Orce eran entonces una zona de charcas cercanas al lago de Baza, de unos 50 kilómetros de largo. "Lo más parecido que existe actualmente son las Tablas de Daimiel", explica Martínez-Navarro.

Allí se vivía como en un documental sobre África. Había enormes hipopótamos paticortos, elefantes, rinocerontes, búfalos y bisontes. Escondidos entre la maleza acechaban los antecesores del jaguar, dos especies de dientes de sable, además de los ancestros del amenazado oso pardo. Vigilando cerca de los abrevaderos, también estaba la hiena granadina esperando su oportunidad.

El estudio, "el más completo que se ha realizado hasta la fecha sobre la hiena gigante", según Martínez-Navarro, estima que el animal pesaba 110 kilos. Pero, a pesar de su potencia, no había nacido para cazar, según el trabajo. "Era paticorta, con extremidades muy robustas que eran útiles para descuartizar, pero no para correr", señala Martínez-Navarro. Por eso la brevirostris era "la supercarroñera", como la denomina el experto.

Durante décadas, los expertos han debatido sobre el comportamiento de esta hiena, cuyo predio se extendía desde China hasta España. Muchos trabajos mantienen que el negocio de este animal era exclusivamente la carroña. Otros apuntan que un cuerpo tan poderoso y temible debía servir también para cazar, como hacen hoy las hienas manchadas de África, que aún tienen el mordisco más potente de la sabana pero pesan 45 kilos.

Cuando alguno de los grandes carnívoros que acechaban las manadas abatía una presa, la hiena se ponía en movimiento. En ocasiones devoraba lo que dejaban los licaones o los tigres, que no podían masticar huesos. En otras había pelea. "Con su tamaño eran capaces de arrebatar las presas a cualquier depredador, incluso un dientes de sable de 200 kilos", señala Martínez-Navarro. Al contrario que los felinos, se piensa que las hienas gigantes actuaban en grupo, lo que aumentaba su efectividad.

"Era el competidor directo de los homínidos; si accedían a un cadáver dejaban muy poco para los demás", explica Juan Manuel Jiménez-Arenas, arqueólogo de la Universidad de Granada y coautor del estudio. Ambos perseguían el gran aporte nutritivo del tuétano y los sesos.

Las marcas en los restos de las presas muestran que las hienas se llevaban los huesos largos de las patas a sus cubiles para allí reventarlos a placer. Por otro lado, la excepcional potencia de sus mandíbulas, sin igual entre felinos y cánidos, hace pensar a los autores que este animal se había especializado por completo en consumir carroña.

"Su cuerpo sí estaba hecho para cazar y nosotros pensamos que este animal era algo más cazador de lo que señala el estudio", explica el científico de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) Alan Turner, adalid, junto al paleoartista y paleontólogo español Mauricio Antón, de que la hiena brevirostris también era cazadora. "El hecho de que demuestren cómo carroñeaba no quiere decir que no abatiese las presas por sí misma", incide Antón, que ya prepara un estudio para desdecir al equipo de Orce.

Muerta por ladrona

Hace 800.000 años, el clima y el oportunismo acabaron con la hiena gigante. Las temperaturas se hicieron tan frías que la mayoría de los grandes mamíferos se extinguieron. Entre ellos estaban las dos especies de dientes de sable de las que la hiena solía robar gran parte de su dieta, lo que le llevó a la desaparición, según el estudio de Orce. En su lugar llegarían las crocutas, las hienas actuales, que eran "generalistas" capaces de cazar y carroñear, lo que les granjeó la supervivencia. En Europa se quedaron "hasta hace cuatro días", como lo expresa Martínez-Navarro. "Habitaron en nuestro continente hasta hace unos 8.000 años", señala. "Fue entonces cuando el hombre comenzó a cultivar la tierra y a echar a cualquier carnívoro que le entorpeciera", concluye el experto.


http://www.publico.es/ciencias/365538/las-mandibulas-que-dominaron-europa

Karina Rubio
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 ¿Qué es un dinosaurio?




Sin duda no es cualquier animal prehistórico con nombre científico difícil, ni siquiera todos los terminados en saurus. Los reptiles marinos, los pterodáctilos y los mamuts no son dinosaurios, son sólo otros animales grandes extintos.

El problema es que estos dos grupos tienen muchas características comunes pero también muchas diferencias. Se llama dinosaurios a los dos grupos, pero nunca se descubrió un ancestro común a estos dos grupos todavía, que no lo fuese también de los pterosaurios y de los cocodrilos actuales también. Esos antepasados comunes a estos cuatro grupos son los arcosaurios.

Pero veamos las características principales que diferencian a los dinosaurios. Una de ellas son las “ventanas” que tienen a ambos lados del cráneo, que en casos extremos hace que un cráneo esté compuesto por delgadas líneas de hueso. Por lo general hay cuatro de estas grandes aberturas a cada lado.

La más grande de estas ventanas es la órbita, o sea donde van los ojos. Detrás de esas hay dos aberturas temporales una encima de la otra, que servían para hacer espacio a los músculos cuando se contraían y seguramente también para aligerar el peso del cráneo. Y delante de las órbitas hay una abertura que se cree albergaba una glándula.



Pero no sólo la forma del cráneo caracteriza a los dinosaurios, sino que también la forma del resto de su esqueleto. Como pro ejemplo que la mayoría de los dinosaurios tenían las extremidades anteriores (brazos) más cortas que las posteriores, incluso a veces podían servir para agarrar objetos. La cola era siempre grande y pesada.

Pero una de las características más definitorias de los dinosaurios, y que está presente en todos ellos, es que sus extremidades eran erectas, parecidas a las de los mamíferos. ¿Qué es esto? Que las piernas o brazos, no salen del costado del cuerpo como en la mayoría de los reptiles, sino que lo hacen desde abajo, manteniéndolo apartado del suelo.

Así estos miembros se mueven de forma vertical, y no de forma horizontal como en los anfibios y la mayoría de los reptiles. En estos los codos se proyectan hacia los costados, mientras en en los dinosaurios y en los mamíferos los codos de las patas delanteras se proyectan hacia atrás y en las traseras las rodillas apuntan hacia adelante.

Los dinosaurios fueron los únicos arcosaurios que tuvieron esta postura mejorada o erguida.

Los dinosaurios vivieron sobre la Tierra por un período de 140 millones de años, desde hace unos 200 millones de años hasta hace 65 millones de años, y luego se extinguieron todos.


http://fanaticussaurus.blogspot.com/2009/05/dinosaurios-todo-lo-que-usted-quiso.html

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Tipos de dinosaurios carnívoros




Los dinosaurios son quizás los animales más sorprendentes que han pisado la tierra. A lo largo de la historia se han ido descubriendo restos de dinosaurios que fueron ampliando el conocimiento, y muchas teorías son formuladas acerca de los dinosaurios gracias a lo que hoy en día podemos saber con bastante precisión y veracidad todo acerca de estos increíbles animales.

Hoy hablaremos de los distintos tipos de dinosaurios carnívoros que se agrupan dentro de los terópodos; esta clasificación de dinosaurios fue creada para incluir a todos los dinosaurios carnívoros.


La gran mayoría de los dinosaurios carnívoros tenían patas delgadas con afiladas garras, que les permitían moverse velozmente. Mucho más rápido que los dinosaurios herbívoros que cazaban. Sus miembros delanteros eran muy cortos, el torso compacto, cola larga, cuello flexible y tenían los ojos muy grandes.

Los primeros dinosaurios carnívoros surgieron durante el periodo triásico, alrededor de 225 millones de años atrás. Eran mucho más pequeños y primitivos que los terópodos mas conocidos que aparecieron mucho después como el Tyrannosaurus rex.

Durante este periodo tenemos al Eoraptor, uno de los dinosaurios conocidos más antiguos. Medía tan sólo 1 metro de longitud y se movía con rapidez. El Coelophyisis aparece unos 5 millones de años después. Tenía una constitución física ideal optimizada para correr y moverse con agilidad. Se cree que vivían y cazaban en grupo.

Los dinosaurios carnívoros de mayor tamaño comenzaron a surgir durante el periodo jurásico, pero los más grandes y temibles aparecieron durante el siguiente periodo, el Cretácico. Estos últimos terópodos eran poderosos animales, dotados con dientes afilados como cuchillos y garras capazas de arañar y romper la más gruesa de las pieles.

Estos dinosaurios carnívoros gigantes representan los animales cazadores mas formidables en la era de los dinosaurios, y de todos los tiempos: El Dilophosaurus, Allosaurus, Gigantosaurus, Megalosaurus, Ceratosaurus y quizás el animal más poderoso y temible que habitó la tierra, el Tyrannosaurus rex.


http://www.ojocientifico.com/2011/03/07/tipos-de-dinosaurios-carnivoros/

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viernes, 11 de marzo de 2011

Adolescencia sin plumas para dinosaurios emplumados.



Un interesantísimo descubrimiento llevado a cabo por Xing Xu, paleoantropólogo del Institute of Vertebrate Paleontology and Paleoanthropology en Beijing aporta información valiosa respecto a los dinosaurios emplumados, concretamente respecto a un período del cual se sabe muy poco y que sirve para conocer el ciclo de vida de estos animales: su adolescencia.

Según Xing Xu los dinosaurios emplumados adquirían su aspecto tapizado de plumaje ya de maduros, pues durante su adolescencia las plumas eran más bien pocas y no alcanzaban a cubrir partes enteras de sus cuerpos.

Xu analizó los fósiles del Similicaudipteryx, una criatura emplumada que vivió en lo que hoy es China hace 125 millones de años. El paleoantropólogo estudió dos especímenes de esta especie que atravesaban la adolescencia, algo que se puede percibir porque las vértebras no están totalmente fusionadas, algo típico de especímenes no maduros.



El cuerpo del más pequeño tiene plumas en sus extremidades, pero no cerca de su cuerpo. Esto evidencia una transición en el crecimiento del animal, con una adolescencia en la que su organismo aún no estaba preparado para desarrollar plumas, seguramente por patrones de actividad genética.

La fotografía de arriba ilustra bien el descubrimiento de Xu, y en ella vemos la comparación de un Similicaudipteryx adolescente con uno adulto, y se puede apreciar la clara diferencia en su plumaje.



Karina Rubio
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Descubren las huellas de un ancestro gigante del escorpión.


Los escorpiones son pequeños, y aunque poderosamente venenosos algunos, son más bien inofensivos ante nuestra complexión física. Sin embargo, hojeando enciclopedias de paleontología nos encontraremos con un antiguo escorpión que escapa a la regla. Habitaba en el agua, tenía dos metros de largo y un metro de ancho y se llamaba Hibbertopterus.

Este animal vivió hace 330 millones de años atrás y tenía seis piernas. Su envergadura era considerable, y se sabe que estaba asociado al medio acuático. No obstante, un reciente descubrimiento realizado por el Dr Martin Whyte de la Universidad de Sheffield pone en duda la naturaleza del hábitat de estos animales.

Whyte caminaba cuando vio una roca muy peculiar con un rastro marcado sobre ella que despertó la curiosidad del paleontólogo. Analizándolas se dio cuenta que eran de un Hibbertopterus que las dejó hace más de 300 millones de años en esa roca. Las vemos arriba, y claramente puede apreciarse una línea en el medio que fue dejada por la cola del animal, mientras que el trayecto de las patas se encuentra a ambos lados de la cola.




La roca está en un precario estado de conservación debido a que fue expuesta a condiciones ambientales durante mucho tiempo. De hecho, está en peligro de derrumbe en su totalidad. Por ello Scottish Natural Heritage (institución que financia el proyecto) planea realizar un molde de silicona de la roca y exhibirlo en museos para preservar el hallazgo.

La importancia de este descubrimiento es relativa al medio de vida de esta especie. Se cree que el Hibbertopterus pasaba casi la totalidad de su tiempo en el agua, pero este descubrimiento demuestra que la tierra también formaba parte de su medio.


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Mojoceratops, el dinosaurio con cráneo en forma de corazón



 El paleontólogo Nicholas Longrich descubrió una nueva especie de dinosaurio con el cráneo en forma de corazón al que ha bautizado como Mojoceratops.

Este herbívoro del tamaño de un hipopótamo apareció hace unos 75 millones de años, durante el Cretácico Tardío, y 10 millones de años antes que su primo más popular, el Triceratops.

La especie sólo se ha localizado en las provincias canadienses de Alberta y Saskatchewan, y tuvo una corta historia, existiendo tan sólo durante un millón de años aproximadamente.

La estructura de la parte superior del cráneo del Mojoceratops es la más extraña de todas las pertenecientes a las especies relacionadas.

Nicholas Longrich es conocido además por haber descubierto el dinosaurio más pequeño de norteamérica.

El paleontólogo obtuvo el primer indicio de que había hallado una nueva especie en 2008 mientras estudiaba la colección de fósiles de dinosaurios del Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York.

Cuando estudió la parte frontal del cráneo, notó algunas diferencias con respecto a otras especies relacionadas, incluyendo cuernos más largos de lo habitual.

El nuevo dinosaurio es uno de entre poco más de una docena de especies pertenecientes a una familia de ceratópsidos caracterizados por un cráneo rematado por estructuras muy complejas y de apariencia un tanto extravagante.